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PASTA WITH GRANDMA: Cocina Italiana desde el corazón de una Nonna

by mayo 06, 2025

 

Cuando pensamos en viajar a Europa, y especialmente a Italia, lo primero que imaginamos son sus monumentos majestuosos, esculturas milenarias, trattorias con toldos a rayas, gelaterias artesanales con sabores curiosos y restaurantes premiados o con estrellas Michelin. Todo eso, por supuesto, existe y deslumbra. Pero no es ahí donde se encuentra el verdadero corazón de la cocina italiana. La Italia que deja huellas profundas no siempre aparece en postales ni en guías de viaje. Vive entre calles tranquilas, detrás de puertas sencillas y sobremesas familiares. Es esa Italia invisible al turista apurado, pero inolvidable para quien se toma el tiempo de mirar más allá del plato.


Viajé a Roma con la intención de probar lo mejor: restaurantes aclamados, platos firmados por chefs reconocidos y experiencias gourmet. En medio de esa búsqueda encontré algo inesperado, algo sin estrellas pero con alma. Fue en un lugar apartado del circuito turístico donde entendí que la verdadera cocina italiana a veces viene en una fuente de loza gastada, acompañada de historias y recuerdos.

Si alguna vez sueñas con conocer Italia a través de sus sabores más auténticos, sigue leyendo, porque lo que descubrí fue más que un plato: fue una manera de vivir, de compartir, de recordar… Y te prometo que vale la pena ir en su búsqueda.

A sólo 40 kilómetros de Roma se encuentra Palombara Sabina, un encantador pueblo de la región del Lacio que guarda secretos para ser contados y también saboreados. Mucho antes de que Roma se levantara como la ciudad legendaria que hoy conocemos, estas colinas ya eran habitadas por los sabinos, un antiguo pueblo itálico cuyo legado sigue vivo en la memoria de sus piedras, en el sabor de sus productos y en el mito fundacional del rapto de las sabinas (episodio en que los romanos tomaron a las mujeres del pueblo para asegurar su civilización).


Los alrededores de este pueblito están custodiados por olivos centenarios que han sido testigos de imperios, cosechas y de recetas transmitidas por generaciones. De sus frutos nace uno de los tesoros más preciados de Italia: el Aceite de Oliva Sabina DOP, orgullo regional y uno de los más antiguos y puros del país. De sabor intenso pero equilibrado, con un dejo afrutado y un toque picante (en los aceites más jóvenes), es el resultado de una tradición que se honra desde el cultivo hasta la prensa. Por siglos, los sabinos le atribuyeron propiedades medicinales y cosméticas, curando heridas, calmando dolores y nutriendo la piel, por lo que aquí el aceite no es sólo un ingrediente: es un legado y cada gota expresa la sabiduría de esta tierra.

Palombara Sabina se ha ganado un lugar especial en el corazón de quienes buscamos experiencias culinarias auténticas y gran parte de ese encanto se lo debe a la historia y a las manos de Nonna Nerina. Matriarca de espíritu vivaz y alma generosa, nació y creció en este pintoresco pueblo, aprendiendo de su madre y su abuela los secretos de la cocina tradicional: preparar pasta fresca a mano, sin máquinas, con dedicación, paciencia y amor. Durante años cocinó para su familia transmitiendo su sabiduría al calor de la cocina, entre risas, aromas y conversaciones.


Su nieta Chiara, inspirada por esos recuerdos, se hizo una pregunta tan sencilla como poderosa: ¿Y si los visitantes pudieran vivir esa misma experiencia, cocinando con su abuela, como si fueran parte de la familia?

Así nació Pasta con la Nonna” (Pasta with Grandma), una experiencia única que invitaba a personas de todo el mundo a preparar pasta casera junto a Nonna Nerina en la intimidad de su cocina. Con el tiempo otras abuelas del pueblo se sumaron al proyecto, trayendo consigo recetas, anécdotas y sazón. Lo que empezó como una iniciativa familiar se convirtió en un símbolo de identidad local, impregnado de espíritu comunitario, uniendo generaciones y convertido en una de las experiencias más entrañables que ofrece la región.

Durante la pandemia, Chiara adaptó el proyecto al formato online. Desde sus casas, personas de todo el mundo siguieron conectándose con estas adorables nonnas a través de Zoom. Lo que parecía una simple clase de cocina se transformó en una plataforma de turismo emocional y social que no sólo mantuvo vivas las tradiciones, sino que generó ingresos para la comunidad y dio visibilidad al rol vital de las personas mayores.

Nonna Nerina dejó este mundo, pero su legado sigue vivo como símbolo de la cocina italiana, de sabiduría ancestral y de una verdad esencial: los ingredientes más simples, como el amor y la memoria, son los que realmente dan sabor a la vida.


MANOS A LA MASA: Mi experiencia cocinando con Nonna Marguerita

Desde la estación Roma Termini tomé el tren con destino a la estación Pianabella di Montelibretti. En apenas una hora, el bullicio de la ciudad va quedando atrás y el paisaje se transforma: las construcciones modernas dan paso a colinas suaves, casitas dispersas, terrenos con olivos y una calma envolvente que anuncia la llegada a la campiña italiana.



Al llegar a la estación nos esperaba una van para trasladarnos hasta el corazón del pueblo. Es verano, el cielo está despejado y el calor se siente. En pocos minutos llegamos a Palombara Sabina: calles adoquinadas, casitas de piedra, aire puro y una tranquilidad que parece haber detenido el tiempo. Camila, nuestra guía, nos recibe frente a la iglesia con una sonrisa cálida y un sonoro "Ciao!"Mientras caminamos nos comparte datos, historias y la fuerte conexión que los sabinos sienten por su tierra. 


Subimos por callecitas empinadas y estrechas, saludando a los vecinos, pasando por la casa original de Nonna Nerina (donde todo comenzó) hasta llegar a los pies del Castello Sabelli, una fortaleza del siglo XI que corona el pueblo y ofrece una vista digna de postal.



Luego de este recorrido, nos dirigimos a una casa en las afueras, rodeada de olivos y muros antiguos que parecen absorber siglos de historia. Allí nos esperaba nonna Marguerita, una abuela entrañable que reparte abrazos alrededor de una mesa con taralli (pequeñas rosquillas saladas), espumante de la región del Véneto, jugo de arándanos casero y bruschettas recién horneadas con tomate San Marzano y el aceite de oliva local. Una bienvenida que derrite cualquier formalidad. Aunque nonna Marguerita no habla español su calidez lo dice todo, y Camila será nuestro nexo en esta aventura que desde el primer momento se anuncia como algo más que una clase de cocina.

Entramos a un salón con mesas dispuestas en forma perimetral y preparadas con esmero: ingredientes frescos, utensilios brillantes y delantales impecables. Al centro, la mesa de nonna Marguerita, con ella sonriendo y mirándonos con ternura mientras dice: “Andiamo, facciamo la pasta!”. Su voz marca el inicio de la receta y nos abre la puerta a una tradición viva.


Semolina, huevos, manos en la masa, concentración y risas. Aprendemos a formar el clásico volcán de semolina, a romper los huevos con seguridad y a reconocer la textura bajo nuestros dedos. Amasamos con las manos, trabajamos la masa con un rodillo tradicional y la estiramos con delicadeza, ajustando el grosor según el tipo de pasta. Nonna Marguerita nos guía con paciencia, paso a paso, compartiendo un conocimiento que no está escrito en ningún libro.

Preparamos tres tipos de pasta: Tagliatelle, cortados a cuchillo; Farfalle, con su forma tradicional de mariposa (como pequeñas corbatitas) y Ravioli, rellenos de ricota y espinaca (mezcla que nuestra la nonna preparó antes de nuestra llegada). Cada gesto, consejo e historia que ella comparte transforma la clase en una celebración a la memoria y al sabor.



Cuando la pasta está en su punto, la mesa puesta y los platos servidos, nos sentamos juntos y como si fuera lo más natural del mundo comenzamos a compartir lo que hemos creado. Nonna Margue presenta los platos en tres tiempos: primero Ravioli al burro e salvia (ravioli con mantequilla y salvia), Tagliatelle al pomodoro e parmigiano (tagliatelle con salsa de tomate y queso parmesano), y por último Farfalle pistacchio pesto (farfalle con pesto de pistacho). Entre brindis, anécdotas y platos que se vacían con rapidez, surge una sensación difícil de describir: pertenencia. La pasta tiene otro sabor, sabe a hogar, aunque no sea el nuestro.


El almuerzo termina con un espresso e una tazza di gelato al limone (café espresso y una copa de helado de limón), porque ninguna nonna deja ir a sus invitados sin postre. Nos despedimos con abrazos sinceros, una libreta mental llena de historias y el corazón a saltos. No sé si fue el espumante o la voz de nonna Margue, contando cómo su historia se ha tejido entre fogones, pero sentí un nudo en la garganta. Pensé en mi abuela, en esas recetas nunca anotadas, en los gestos que ya no supe imitar, en los aromas de su cocina y en los sabores que se fueron con ella.

"Pasta con la Nonna" (Pasta With Grandma") me recordó que cocinar es repetir un gesto que alguien hizo antes por amor. Es memoria, legado y presencia. Esta experiencia no es una simple clase: es una inmersión cultural que se vive con las manos, los sentidos y el alma por medio de secretos atesorados y afectos compartidos alrededor de una mesa. Me fui con los dedos manchados de harina, el alma ligera y el corazón más lleno que el plato. Porque a veces, lo simple se vuelve sagrado y una cucharada de historia basta para volver a creer en la magia de la cocina.

Nonna Margue dice que "il segreto della buona pasta è nel cuore" (el secreto de una buena pasta está en el corazón)… Nosotros creemos que también está en compartirla.


Si llegaste hasta aquí es porque sabes que la cocina también puede ser una forma de viajar, de honrar la memoria y de reecontrarnos con lo esencial… ¿Y a ti qué sabor te lleva de regreso a casa?

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¡Nos vemos en la próxima mesa!


PASTA WITH GRANDMA. Via del Plebiscito, 4 - 00018 Palombara Sabina, Roma (Italia). Para conocer más sobre esta inolvidable experiencia visita su perfil de Instagram @pastawithgrandma y su página web www.nonnas.it .

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