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DeMo Magnolia y ARAYA: Cuando Santiago y Singapur se sientan a la misma mesa

by septiembre 21, 2025


Hay noches en que la ciudad parece guardar un secreto, la cocina se convierte en escenario y los sabores en relato. El pasado 9 de septiembre, DeMo Magnolia (@demo.magnolia) fue el epicentro de un encuentro único que me transportó directo al corazón del sudeste asiático. 




El anfitrión fue el chef Pedro Chavarría (@pedrochaq), dueño de una cocina franca, sin artificios y con obsesión por el sabor, quien abrió las puertas de su espacio gastronómico para recibir a Francisco Araya (@franciscoaraya_r), chef y cofundador de ARAYA (@araya_singapore) en Singapur, el primer y único restaurante chileno galardonado con una estrella Michelin. Juntos ofrecieron un menú de degustación de ocho tiempos, maridado con vinos de Viña Calyptra (@calyptrawines),  que se sintió como una conversación armoniosa, con pausas calculadas y un respeto absoluto por el producto.

Cabe destacar que aunque el menú de tiempos es el mismo para todos los comensales, solicité una versión pescetariana que amablemente fue aceptada y preparada por el equipo.

Los snacks fueron la primera pista de lo que vendría. Un mini brioche esponjoso, relleno de tofu y lactonesa que se deshacía antes de que pudieras pensarlo. Luego, un merengue de tomate y gel de merkén que encendía las papilas con un sutil picor, coronados con camarón de roca. El primer sorbo del rosé Vivendo 2020 fue como un verano adelantado: fresco, fragante y lleno de energía. Su dulzor frutal equilibró la suavidad del brioche, su frescura limpió el paladar entre cada bocado, y la persistencia en boca resaltó el merengue de tomate y la intensidad del merkén sin opacarla. Fue un maridaje juguetón, de esos que invitan a quedarse y despiertan la curiosidad.



La conversación se volvió más íntima con los entrantes, elevando el juego de texturas a otro nivel. Una croqueta de zanahoria con salsa de levadura, crujiente por fuera y cremosa por dentro, liberaba un intenso umami al primer mordisco. Le siguió un chawanmushi (flan salado y sedoso de origen japonés) con jaiba y erizo, perfectamente equilibrados. Cada cucharada parecía mejor que la anterior. El Gran Sauvignon Blanc 2018, actuaba como hilo conductor y mediador entre ambos platos, con notas cítricas y tropicales que realzaban la dulzura de la zanahoria y la salinidad del erizo, creando un maridaje de contraste y manteniendo el paladar listo para explorar nuevas sorpresas.


Los fondos fueron verdaderos haikus (pequeños poemas japoneses) culinarios. Los sorrentinos de zapallo camote y espuma de coliflor asada eran un abrazo dulce y reconfortante, mientras que el chancharro - pez de roca propio de toda la costa chilena - llegó con una combinación de yuzu de ají amarillo, beurre blanc y kombu blanco, que hizo callar la mesa por unos segundos. El Gran Pinot Noir 2023 se movió con elegancia, aportando profundidad, taninos aterciopelados, y aroma a frutos rojos con especias que abrazaron la dulzura del zapallo y equilibraron la untuosidad de la beurre blanc. Un maridaje de fuerza y sutileza imposible de olvidar.




El final fue una caricia y un juego: sorbete de papaya con espuma de queso de cabra, seguido de un mousse de manzana confitada y un toque lúdico de algodón de azúcar que devolvía a la infancia. El Late Harvest Solvita 2023 cerró la experiencia con broche de oro. Sus notas a miel y frutas tropicales se fundieron con el sorbete y la espuma, mientras que la manzana encontró en este vino un espejo aromático, prolongando el recuerdo de cada bocado hasta el último segundo.




Más allá de los sabores, hubo algo que no se puede describir con palabras: la complicidad de dos cocineros que se respetan y se entienden. Cada plato se presentó con explicaciones breves y tiempos medidos con exactitud, logrando que la experiencia se sintiera cercana y sofisticada a la vez.

Esa noche no hubo excesos ni pretensiones, más bien una cocina pensada, sabores que dialogaron y una firme declaración: Chile tiene talento, visión y audacia para estar en cualquier mesa del mundo cuando se atreve a mirar más allá de sus fronteras.




Si esta crónica resonó contigo y despertó tu interés por nuevas experiencias gastronómicas, cuéntame... ¿Qué chefs o restaurantes consideras que deberían protagonizar un próximo encuentro como este?

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¡Nos vemos en la próxima mesa!


DeMo Magnolia - Huérfanos #539, Santiago. / Araya - Mondrian Singapore Duxton 83 Neil Road, #01-08, Singapur. Para conocer más sobre sus propuestas culinarias y novedades visita sus perfiles de Instagram @demo.magnolia / @araya_singapore.

WABI SABI: un izakaya oculto en un rincón de Santiago

by junio 07, 2025


Entre calles que guardan historias de barrio y donde la vida cotidiana se mezcla con memoria popular, se esconde un rincón inesperado lejos de sectores gastronómicos de moda. No hay carteles ni luces llamativas, sólo una casa discreta con una terraza interior, perritos curiosos dando vueltas entre las mesas y un leve aroma a oriente flotando en el aire. Se llama Wabi Sabi y es mucho más que un restaurante.




Llegué a este pequeño izakaya gracias a la intuición y motivado por una publicación en redes sociales que, sin decir mucho, me dejó con la sensación de que ahí pasaba algo especial. Reservé para cuatro personas a través de un DM en instagram y días después me llegó un menú breve y concreto, que ya dejaba pistas de esta aventura culinaria. La dirección en cambio llegó un día antes, al más puro estilo de las cenas clandestinas.

Salí del metro, caminé un par de cuadras y me junté con unos amigos en la entrada del lugar. Nos recibió Pony, diseñadore de profesión y cocinere por amor al oficio, quien después de un viaje revelador a Japón decidió abrir este espacio cálido, seguro, queer, neurodivergente y pet-friendly.

El menú es dinámico y cambia cada cierto tiempo, pero hay una promesa que se mantiene: sorprender sin carne, sin culpas, y ser una cocina vegana con carácter. 

Empezamos con la BENTO BOX GINKO ($14.000), una bandeja con edamames al dente, gyosas rellenas de shiitake y tofu, baos esponjosos, y musubis de arroz blanco con yuba salteada o tofu sellado. Todo servido en silencio, como si Pony supiera que hay momentos en los que no hace falta decir nada.

 


Después vinieron los fondos. Pedimos el RAMEN ($7.000), con un caldo hecho a base de alga kombu, hongos shiitake, miso y soja, que envuelve el paladar y abriga el cuerpo con un perfil de sabor profundo y redondo. Fideos de trigo, tofu, verduras y setas salteadas le añadieron textura y emoción. A un costado, el UDON llegaba humeante, suave y generoso, con un caldo miso que se sentía como un abrazo.



Wabi Sabi no copia la cocina japonesa, la reinterpreta con respeto, delicadeza e identidad propia. Usando alga kombu y shiitake para su base de sabor, como un dashi muy umami pero vegetal, logra un parecido a esa cocina budista japonesa (shōjin ryōri) donde todo tiene un propósito. Acá no se copia, se honra con creatividad a ese Japón más íntimo, silencioso y ceremonial.

Para beber pedimos té verde helado de jazmín y kombucha de maqui, ambos aromáticos y frescos. Mientras que el té limpiaba el paladar, la kombucha despertaba los sentidos, estando ambos en sintonía con las propuestas del menú. 

En Japón los izakayas suelen ser ruidosos y alegres, con el alcohol marcando el ritmo y la comida acompañando. Acá la lógica se invierte. Las bebidas están al servicio de los platos, generando una experiencia más introspectiva que festiva, lo que permite comer con pausas y respirar distinto. 

El ambiente complementa este concepto, con farolitos pequeños que proyectan una luz suave, una especie de pop asiático melódico de fondo y una cocina abierta que permite ver cómo se preparan los platos.


Pasando una cortina hay una sala interior que se transforma en una pequeña tienda-galería con libros sobre cocina japonesa, mangas, figuritas de colección y algunos ingredientes para replicar en casa lo disfrutado en este espacio. Todo está dispuesto con cuidado, como si cada objeto contara una historia, porque nada en Wabi Sabi parece estar al azar.

 


En una ciudad donde muchos restaurantes compiten por destacar, este espacio elige susurrar, bajar el volumen, cultivar la calma y ser fiel a lo que cree: la comida puede ser una forma de cuidado, una herramienta de expresión y una manera de resistir sin alzar la voz

Aquí la cocina es honesta, hecha con cariño, y conectando parte de la cultura asiática con sensibilidades actuales, como el veganismo, la identidad, la comunidad y el arte. Su aporte está en conmover, cuidar y significar a través de la comida. 

Este no es un restaurante al que vas porque está de moda, es uno al que vuelves cuando necesitas respirar distinto, reencontrarte, compartir sin prisa o simplemente hacer una pausa. Y ahí, en ese gesto tan humano, se descubre su verdadero valor. 

La visita termina con la sensación de haber descubierto una experiencia auténtica, uno de esos secretos que aunque una parte de ti quisiera guardarlo, sabes que merece ser contado.



Si alguna vez necesitas una pausa en medio del ruido capitalino y un reencuentro con lo esencial, date la oportunidad de vivir esta experiencia pero no lo cuentes todo… Deja que cada persona la descubra a su ritmo porque algunos lugares no se revelan, se disfrutan.

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¡Nos vemos en la próxima mesa!


WABI SABI, Santiago (Chile).
Viernes, sábados y domingos 14:00 horas. Para conocer más visita su perfil de Instagram @wabisabi.cocina y reserva por DM.

Bienvenidos a "Como te lo Cuento"

by marzo 30, 2025


Comer es mucho más que una necesidad o un placer: puede ser una experiencia en cada bocado.
 



En "Como te lo Cuento", exploramos el universo de la cocina con relatos que inspiran y despiertan la curiosidad de quienes, como nosotros, vivimos con pasión la cultura de la buena mesa.

 
Desde restaurantes reconocidos o premiados hasta rincones donde la tradición se reinventa con audacia e innovación, aquí encontrarás crónicas gastronómicas que celebran lo mejor de la cocina de Chile y el mundo.
 
Exploramos las historias de chefs consagrados y jóvenes talentos que están redefiniendo la escena culinaria, descubriendo las fuentes de inspiración para sus creaciones y la pasión que imprimen en cada plato. También nos aventuramos en mercados, viñedos y festivales, tanteando sabores y técnicas que definen el presente y el futuro de la gastronomía. Y, por supuesto, aquí encontrarás datos, curiosidades y todo aquello que hace del mundo gastronómico un espacio en evolución constante.
 
Soy Félix Tello, cocinero profesional y sibarita por elección. Desde que descubrí la magia de la cocina inspirado por mi abuela materna, entendí que la gastronomía es mucho más que dar de comer: es emocionar, contar historias y conectar con la esencia de cada ingrediente. 




Por medio de este blog quiero aportar una mirada auténtica, porque creo que compartir conocimientos y experiencias es fundamental para enriquecer el rubro y darle el valor que merece.

Tus opiniones, recomendaciones y anécdotas culinarias son claves para enriquecer esta comunidad. ¡Déjanos tus comentarios y hagamos de este espacio un punto de encuentro para los apasionados por la cocina!

 

¡Bienvenidos a esta mesa de experiencias!







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